Manicurista de familia


Una de las cosas que no olvido es cuando el médico de familia iba a casa a visitarnos si estábamos enfermos mis hermanas y yo. Llevaba su maletín pequeño y sacaba el fonendoscopio para poder diagnosticarnos después de hacernos sacar la lengua y decir 33. Recuerdo que a medida que nos examinaba nos decía que era la única profesión que se tomaba el trabajo de visitar a sus "clientes" en casa. Pero no pasó mucho tiempo para que comenzaran a ir a casa las manicuristas y las peluqueras. Ellas se encargaban de dejar más guapas a mis hermanas y a mí más presentable, antes de ir a una fiesta, a un evento y  a veces a entrevistas de trabajo. 

Hoy los y las manicuristas seguimos cumpliendo con la tradición de atender en casa a los clientes. No es algo, como aseguran algunos, que ha desaparecido, por el contrario, cuando se gradúan en sus centros de estudios, muchas siguen este camino, el de visitar a sus clientes mientras reúnen el dinero necesario para montar su propia sala de uñas. Y quienes no tiene tiempo para ir a una estética o a una peluquería, solo pueden agradecerles que no hayan dejado acabar este servicio. 


Para algunas personas la manicurista es como el médico de familia, guardando las respectivas distancias por supuesto, en el sentido de que llega con su maletín, los clientes/pacientes hablan de lo que les pasa mientras trabaja, y pueden depositar  toda la confianza. Y la manicurista se esmera, al igual que el médico, en hacer un trabajo profesional y perfecto.


Lo bueno, además, es que siempre, adonde quiera que vayan mis hermanas, hay alguien que les pregunta quién les ha hecho la manicura. Y ellas muy orgullosas, le dan mi tarjeta. Así he hecho mi lista de clientes, así es que logramos salir adelante.