En un seminario en París sobre uñas y las nuevas tendencias para 2016, lo que más llamó la
atención de los participantes no fue tanto el diseño de las uñas en sí, los
colores o las técnicas nuevas, que no eran muchas. No, no fue eso; sin duda, lo
que todos comentaron desde el primer minuto, de lo que todos hablaban en los
pasillos a la hora de comer o tomar el café, era de la sonrisa de la
presentadora Daniéle,
¿Alguien recuerda lo que dijo Monsieur Laplet? Pregunté a mis compañeros. Y
nadie recordaba. ¿Y las intervenciones de Daniéle?...bueno, todos las
recordábamos.
Siempre tenía una sonrisa dibujada en el rostro, sincera, amable, que hacía que uno la mirara una vez y deseara seguir mirándola. Pocas veces escuchamos la explosión de su carcajada, cuando alguien contaba una anécdota o decía una frase graciosa, y cuando eso ocurría, todos estábamos mirándola y contagiándonos de sus ganas de reír.
Creo que de alguna manera a todos se nos cruzó por la mente contratarla y llevarla a nuestro salón sólo para que sonriera.
Siempre tenía una sonrisa dibujada en el rostro, sincera, amable, que hacía que uno la mirara una vez y deseara seguir mirándola. Pocas veces escuchamos la explosión de su carcajada, cuando alguien contaba una anécdota o decía una frase graciosa, y cuando eso ocurría, todos estábamos mirándola y contagiándonos de sus ganas de reír.
Creo que de alguna manera a todos se nos cruzó por la mente contratarla y llevarla a nuestro salón sólo para que sonriera.
Reír es un remedio para el alma, ahora también una terapia
para sacar los dolores del cuerpo, del corazón y la mente. Pero en los
negocios, en los que hay que atender al público, una sonrisa como la de
Daniéle, es más que una bendición. Es un gancho, un anzuelo, una trampa en la
que uno caería agradecido y feliz.
Está comprobado por diversos estudios, entre ellos uno del
Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos, que la felicidad natural en
las mujeres, que sonrían, resulta ser la emoción más atractiva tanto para
hombres como para las mismas mujeres. Es más fuerte la reacción en el hombre, en el que provoca
intensos cambios emocionales. Es decir. a los hombres nos encanta ver sonreír a las mujeres.
Si has visto alguna vez la transmisión por televisión de los
campeonatos del Mundo de Gimnasia ritmica, os habréis fijado que a pesar de la tensión
del momento, las gimnastas empiezan, desarrollan sus ejercicios y los terminan, mostrando una gran sonrisa, no importa cuánto les duela, cuán agotadas estén o si les ha salido mal. Lo
importante, como dicen las algunas colombianas es la personalidad, aquí lo
importante es la sonrisa. Como cuando Isabel le decía a cachuli, su novio de
entonces, alcalde de Marbella: dientes, dientes, cada vez que constataba la presencia de los periodistas.
Otro estudio también demuestra que entre más amable seas y
más sonrías, a los clientes les duele menos pagar una tarifa alta por un
servicio estético. Es un viejo truco, pero sigue teniendo validez.
Así que, comenzad a reír para que salgan todos los males del alma y te adoren
los clientes. Hasta podrías subir las tarifas, que nadie se va a quejar.