¿Y si Fran y Cayetano hubiesen sido manicuristas?



Dice el nuevo movimiento de la psicología, una terapia de curación física y emocional, que en nuestra vida tratamos de repetir los esquemas que hemos visto en casa, es decir, que todo lo que hacemos ahora, lo bueno y lo malo, es porque de alguna manera lo hemos experimentado ya con nuestros padres, en nuestro hogar. En otras palabras, nuestra tendencia es repetir.

Les hablo de esto porque esta mañana en el salón no se hablaba de otra cosa que no fuera la tremenda cornada que ha sufrido Fran Rivera, -el hijo de Francisco Rivera, Paquirri,- en una corrida en la plaza de toros de Huesca, cerca de Zaragoza.
“Le va a pasar lo que a su padre” –dijo una de las clientas; “ha estado al borde de la muerte”, añadió otra. Sobra decir que Fran, como se le conoce, es quizá uno de los hombres mas guapos, pijos y elegantes de España.

Tiene razón la señora, le va a pasar lo mismo. El pobre de Fran por mucho que lo haya intentado no es un gran torero y su hermano Cayetano, ese sí que lo lleva peor. Están allí, en la plaza más por seguir los pasos de su padre, porque como dicen las señoras, como modelos se hubieran podido pagar la vida que llevan, sin necesidad de enfrentarse y matar a los toros. Pero ellos tienen el ejemplo de su padre y quieren seguir su estela. Fran ha estado al borde de la muerte tras la cornada, ha llegado al hospital de Huesca con las tripas afuera, y podría morir un día de estos, como lo hizo Paquirri, el 26 de septiembre de 1984  en la plaza de toros de Pozoblanco donde lo corneó un toro llamado Avispado.

 Yo he interrumpido la amena charla y les he dicho que, a mi modo de ver, se hubieran ganado la vida de manera más tranquila si se hubieran dedicado a hacer manicuras, es decir, si en lugar de toreros hubieran sido manicuristas. Y entonces el salón se ha alborotado. Todas se han imaginado a Fran tocándoles las manos y los pies, y a Cayetano, igual. Creo hubieran arrasado con todas las clientas.

Entonces lo pienso mejor y les digo que es mejor que se queden donde están, matando toros y siendo modelos, porque de esa manera, los demás manicuristas podemos vivir tranquilos. Imaginen por un instante chicas que Fran se ponga a vuestros pies o Cayetano estuviera sentado al frente cogiendo tu mano, tendrían copada la agenda hasta el año 2025 y más allá, hasta el infinito, como diría Buzz Lightyear.

Esa vida de toreros es la vida que no les ha tocado pero que ellos quieren vivir. Yo acá, con mis uñas, con mis clientas y eso que nadie en mi familia, fue manicurista. Es algo que escogí.