El manicurista de los ojos negros


Cuando recién me gradué de La Universidad de la Manicura, en Madrid, lo primero que hice fue poner la foto en el Face: la profesora entregándome el título que me acreditaba como un profesional. Medio mundo se enteró aquí y allá, en mi país. Tengo que confesar que en aquel entonces para muchas mujeres era extraño que un hombre estudiara manicura.
Al llegar a casa, tal y como me lo habían dicho en clase de marketing de la manicura, lo primero que hice fue poner en cada buzón del edificio una tarjeta hecha en mi ordenador e impresora que decía: Manicurista en el 4º B.  
Hace 5 años que no vivo allí, pero aun sigo visitando a las que fueron mis primeras clientas: la del 2ºC, otra del 2ªE, dos del tercero y tres de mis vecinas de planta. Me conocen como el manicurista de los ojos negros. Cuando no puedo ir, le pido el favor a una de las empleadas, recomendándole que son mis clientas favoritas, mis primeras clientas.
Cómo se convencieron de que también yo podía hacer unas uña bonitas, cuando estaban acostumbradas a que eran mujeres las que se las hacían?  La mejor carta de presentación y con mucha ventaja, son nuestras propias uñas, bueno, las que le hice a mi hermana y a mi novia. Ellas fueron al comienzo la carta de presentación.
Pero para vosotras, que sois mujeres, son vuestras propias uñas las que abren las puertas.
Una semana después de haberme graduado fui a un evento social al que me invitó un amigo y como siempre, llevé mis dos cartas de presentación, les hice una manicura perfecta con un color muy llamativo y un diseño pequeño en la uña del pulgar. En el evento, siete personas quisieron saber quién les había hecho las uñas. Cuando ellas contestaban que era yo, entonces me decían; y no será que me puedes hacer algo parecido o igual? Varias de ellas son hoy  mis clientas. Siempre he dicho, que para bien o para mal, nuestras uñas hablan por nosotros. Si vas a hacerte la manicura a un centro y la chica que te atiende tiene feas sus uñas, lo primero que vas a pensar es que no vas a querer que alguien que no es capaz de cuidar sus uñas, cuide las tuyas. Así que tened cuidado chicas, mi madre decía, el ejemplo comienza por casa. Y sigue teniendo la razón.