¿Puedes hacerte pasar por gay?


Sucedió hace como tres años en el barrio Salamanca de Madrid donde tenía mi centro de uñas. Había una clienta, una de esas mujeres guapas, altas y operadas que están que se salen de la ropa estrecha que suelen vestir. Desde tres meses atrás había llegado al centro para hacerse manicura y pedicura. Y desde entonces no dejaba de venir cada semana. Hablamos bastante, muchas charlas sobre el oficio y la vida, porque con los clientes en muchas ocasiones alcanzamos a tener un alto grado de confianza e intimidad (en el buen snetido).

Una tarde me preguntó si podía pedirme un favor muy especial. ¿Cuántas ideas se te vienen a la cabeza con esa pregunta? ¿Qué clase de favor? ¿qué irá a decir? ¿Qué necesita de mí?. Le dije que por supuesto, si podía, con el mayor de los gustos. Entonces disparó: Mi marido quiere venir a conocerte, ¿podrías hacerte pasar por gay?

Me acordé entonces de un viejo verso de un poeta:
“En 1964 había un hombre que se llamaba Jotamario
y usaba sombrero de copa,
Las gentes le decían:
Señor Jotamario, qué hace usted con ese un sombrero de copa?
y él les decía: Señoras gentes, ¿qué hacen ustedes con esa pregunta?

Sin contestar nada, ella me explicó: “mi marido es muy celoso y no permite que otro hombre me toque las manos y los pies, el cree que todos los que trabajan en esto de estética son gays, pero cuando le dije que no lo eras, se ha puesto inquieto y celoso.
-Tengo la solución, le dije por fin haciendo una pausa, como si estuviera pensando la respuesta. Ella inquieta me preguntó cuál. Cambia de marido – le contesté.
 Ni ella ni el marido volvieron al día siguiente, pero al cabo de una semana llegó sonriente.
-No, no he cambiado de marido –dijo cuando me vio- he aprendido a hacer que me respete.
No ha sido la única vez. Ciertas personas aún siguen considerando que los trabajos de estética son exclusivos para mujeres o gays. Y por supuesto, no es así.
Bueno, vino una señora un día, a preguntarme si podía darle trabajo a su hijo que había hecho un curso de manicura, pero me advirtió, que no era gay. No pude más que reírme. Otra, en una ocasión, me preguntó que si su hijo correría la suerte de volverse gay si hacía un curso de manicura.  La verdad es que no importa lo que seas, sino que el trabajo sea el mejor. Ya en ese momento, nadie se fija en nada más.