La buena y la mala fama son para toda la vida


En mi época de enseñanza en La Universidad de la Manicura en Madrid, les contaba a las alumnas, - bueno, en su mayoría mujeres-, que había que seguir el ejemplo de los supermercados Mercadona de España. En varios sentidos, pero el principal, en cómo obtenía los resultados de venta tan grandes sin hacer publicidad y difusión en los medios.
Muy simple, les decía, han conseguido meter al mercado una gama de productos de buena calidad gracias a su alta inversión en I+D+ I (Investigación mas Desarrollo mas Innovación) y solo basta con que el producto sea bueno para que el resto del mundo lo sepa.
 “Me he comprado esta crema que está superbién, si supieras cómo me ha mejorado la piel”. Y así se corre la voz. La gente comprueba de que en realidad es bueno el producto y esa bola de nieve, de buena publicidad, ya no la para nadie. Un producto de calidad, de excelente acabado, de buen precio, es un éxito.
Así debe ser cada una de nuestras manicuras. Y si al final son así, el boca a boca se convierte en el mejor medio publicitario. Porque como les decía antes, siempre hay alguien dispuesto a preguntar dónde y quién te ha hecho la manicura.
"Disculpa, que uñas tan bonitas llevas, quién te ha hecho la manicura?", te van a preguntar en la calle, en la oficina, en el trabajo.

Pero, de igual manera, una mala fama, gracias al boca a boca, puede durar toda la vida también. Supón por un instante que llega una clienta con hongos en las uñas a tu consulta y que tu no le digas que tiene hongos. Terminas la manicura, la clienta se va, pero la próxima vez que quiera hacerse las uñas quizá no vaya a tu sala, sino que va a otra, y la profesional de la manicura del otro lugar, esta vez no se va a cortar para decirle que tiene hongos. Imaginen la conversación.
-Sí señora, tiene hongos en las uñas de la mano.
-¿Hongos? No, no creo que sean hongos. Nunca he tenido hongos.
-Pues los tiene, señora, esos son hongos. ¿Donde le hicieron la manicura la última vez?.
-Pues en el sala de Arancha.
-Ajá...pues allí le pegaron los hongos.

 Y la noticia se extiende. Y al ver que no llegan clientes, Arancha tiene que cerrar o ceder el negocio. Como ya es un punto de referencia, llega otra manicurista a hacerse cargo y luego una peluquera y así durante años cambia de dueños el lugar pero no de servicio. Hasta que un día, una señora pasa buscando la dirección, le pregunta a una vecina si hay un salón de uñas cerca y ella le contesta que si, que hay uno a media calle, pero que cuidado, porque allí le pegaron los hongos a una señora.
Síiiiiiiiii, pero hace 15 años.